Tres maneras en que una libreta puede reemplazar al smartphone
Así es cómo experimentar con una libreta en reemplazo del smartphone puede ayudar a combatir la distracción, estimular la creatividad y romper la adicción al consumo digital pasivo.
Una tarde decidí salir de casa sin mi celular. Era la primera vez que lo hacía en muchos años. Nunca salgo sin estos tres objetos: la billetera, el llavero y el teléfono.
Cuando me falta uno en los bolsillos, de inmediato se activan las alarmas. No importa si deliberadamente he decidido poner en otra parte uno de estos elementos: estoy tan acostumbrado a llevarlos conmigo, que mi computador a bordo detecta un problema y enciende los testigos correspondientes.
Sin darle muchas vueltas, ese día decidí que en lugar del teléfono, llevaría conmigo una pequeña libreta que había comprado hace algún tiempo. Junto a ella, una pluma: mi Lamy Safari Edición Limitada 2021, cuerpo color mango.
La experiencia fue sumamente interesante. En lo que esperaba a mi pareja en el auto, llené un par de hojas con al menos una docena de ideas sobre varios temas que tenía dando vueltas en la cabeza.
Aunque, en una revisión posterior encontré que solo dos o tres de ellas tenían algún valor real, dos o tres es mejor que cero. Si en su lugar hubiera llevado el teléfono, seguramente esas ideas no habrían tenido siquiera la posibilidad de asomarse frente a mí. En la imposibilidad de quedarme sentado en silencio esperando, habría tomado el teléfono y me hubiese dejado caer por un agujero de gusano hasta esa segunda realidad del mundo virtual.
Aunque no me era desconocido el poder que tiene el smartphone para privarnos de nuestra creatividad, hasta entonces no había experimentado la libertad que confiere no llevarlo encima. Hemos enseñado a nuestro cerebro que está mal no tener qué hacer, porque cada vez que brota una gota de aburrimiento, iniciamos nuestra rutina de scroll infinito. Pronto nos volvemos adictos a los estímulos digitales.
En términos más técnicos, al acostumbrarnos a sacar el celular cada vez que empezamos a sentirnos aburridos, estamos impidiendo a nuestro cerebro que entre en su modo de operación por defecto que es cuando se activa la red neuronal que lleva precisamente ese nombre: Red Neuronal por Defecto—RND, para los amigos. Y si no abrimos un espacio de tiempo para ese modo, no hay creatividad posible.
Sin embargo, la solución podría ser más simple de lo que pensamos.
Una libreta sirve para combatir el aburrimiento
Vivimos en una época en que podemos tolerar cualquier cosa, menos el aburrimiento.
Nuestras mentes sobreestimuladas han aprendido a mantenerse listas para absorber cada estímulo que se nos cruce por delante. Y con las redes sociales, las plataformas de streaming y los juegos en línea, es virtualmente imposible no tener algún contenido que consumir. Llevar una libreta en lugar del teléfono nos proporcionará un medio en el que nuestra mente adicta puede refugiarse del aburrimiento y encontrar algo con lo que mantenerse ocupada y atenta.
Ya sea que escribamos un punteo de ideas, que garabateemos algunos esquemas o mapas, que dibujemos un boceto para algún proyecto o que escribamos el borrador de un párrafo para un próximo ensayo, cualquiera de estas acciones será más saludable y provechosa que sacar el celular para revisar las notificaciones de redes sociales.
Se trata de aprender a resistir la tentación de desbloquear el teléfono como primera opción.
Una libreta no busca secuestrar nuestra atención
Sacar el teléfono garantiza un resultado: que nos atasquemos y perdamos el tiempo.
A diferencia de lo que ocurre con el smartphone, una libreta no hace un esfuerzo deliberado por capturar nuestra atención por tanto tiempo como sea posible. ¿A quién no le ha pasado que saca el celular para revisar el tiempo de mañana, una fecha en el calendario o el contenido de una nota, y termina dedicando media hora revisando notificaciones, respondiendo mensajes de WhatsApp, leyendo los correos electrónicos y viendo videos de animales en Instagram? Y cuando nos damos cuenta, ya es demasiado tarde: ni siquiera somos capaces de recordar para qué sacamos el teléfono.
Aunque creamos lo contrario, el teléfono nos distrae. Aunque guarda ciertas semejanzas de formato, el smartphone está lejos de ser un dispositivo orientado a la productividad como lo fueron los PDA tipo Palm que dominaron el mercado de las computadoras portátiles hace un par de décadas. Y es que, así como el hardware que los potencia ha evolucionado, multiplicando su capacidad por un factor de varios cientos, el software también ha avanzado, pero con una finalidad malévola: hacerse con nuestra atención para exprimirle algunos centavos.
Una libreta jamás capturará nuestra atención de esta forma. De hecho, si no la usamos, ni nos enteramos de que está ahí.
Una libreta puede ayudarnos a romper la adicción
Aunque los humanos del siglo XXI tenemos una respuesta condicionada para el aburrimiento, no todo está perdido.
¿Recuerda a Pavlov, el científico que es ampliamente conocido por el experimento que llevó a cabo con su perro? A pesar de que se suele recordar como uno de sus mayores logros el condicionamiento de la respuesta del animal frente al sonido de una campana que ocurría siempre antes de que se le daba una porción de alimento, la otra parte del experimento también es importante. Restringir la coocurrencia de los eventos, tiene el potencial de extinguir el condicionamiento.
Este resultado se traduce en que si de pronto el perro deja de recibir alimento cada vez que suena la campana, tarde o temprano los eventos dejarán de estar asociados. El perro aprenderá que la campana no necesariamente viene seguida de un premio, es decir, reemplazará el aprendizaje anterior (cada vez que suena la campana, hay comida) por uno nuevo en que no hay asociación tal. En nuestro caso, quitar el celular como respuesta el aburrimiento, puede ayudar a que deje de ser nuestra opción por defecto.
Esto significa que el celular no tiene que ser la respuesta automática frente al aburrimiento.
¿Hay esperanza?
Combatir una adicción no es fácil. De hecho, es probable que la parte más difícil del proceso sea la inicial: darnos cuenta de que tenemos un problema y dirigir nuestro esfuerzo a resolverlo.
Como con cualquier adicción, es probable que luego de un tiempo hayan recaídas o un efecto rebote. En este sentido, lo importante es no rendirse. No todo está perdido. Cuando estamos en un laberinto, quizá tendremos que probar cien o quinientas alternativas distintas, pero en algún momento daremos con el camino hacia la salida.
La primera vez que experimentamos lo que se siente estirar la mano y encontrarse con una libreta en vez de con el celular nos damos cuenta verdaderamente del grado de automaticidad con que solemos realizar dicha acción. No nos damos ni cuenta de que una vez más hemos caído en la práctica de consumir información sin valor.
Cuando tanteamos el contenido del bolsillo y sentimos un dispositivo similar en tamaño, pero distinto en tecnología, por fin entendemos cuántas veces hemos desperdiciado nuestro tiempo en actividades ociosas. Y el problema no es dedicar tiempo al ocio, el problema es dejar que nos consuman actividades que lejos de relajarnos, nos introducen en una espiral de daño.
Pese a que todavía llevo el smartphone a donde sea que voy, cuestionarse qué tan normal o saludable son las acciones que hemos transformado en hábitos, puede ser un faro que nos conduzca hacia hábitos más sanos en el futuro.
Hoy creo que una libreta de notas es un dispositivo simple que puede ayudarnos efectivamente a ocupar nuestro tiempo de pantalla de una manera más consciente y productiva. Solo le queda intentarlo.
Muy buen escrito
Excelente contenido ✨