Pistas hacia una lectura comprensiva
Recién a mis 27 años y después de más de un centenar de libros leídos sin un propósito claro aparte de intentar crecer como persona empiezo a considerarme un buen lector. ¿Por qué?
A lo largo de mi vida he leído probablemente unos 150 libros. Sin embargo, recién a mis 27 años (y después de esa centena y media de libros engullidos sin un propósito claro aparte de intentar crecer como persona) empiezo a considerarme un buen lector. ¿Por qué? Quédate hasta el final para descubrirlo.
Pasé casi toda mi vida sin saber leer bien
Durante mi vida escolar hubo siempre dos temas que fueron mi piedra de tope para conseguir el primer lugar en rendimiento académico del curso: la asignatura de Historia y las evaluaciones de comprensión de lectura en Lenguaje. A lo largo de los cuatro niveles de enseñanza media siempre saqué el segundo lugar con promedio 6,8 y creo que, de haber sabido leer bien, podría haber alcanzado el primero.
Es probable que la causa de la disminución de rendimiento en ambas asignaturas se haya debido a que no sabía leer. Sabía juntar las letras para formar sílabas, las sílabas para formar palabras y las palabras para formar oraciones, pero llegaba hasta ahí. Me costaba mucho inferir, concluir, sintetizar, analizar, contextualizar e interpretar (todavía me cuesta, pero menos). Mi dificultad mayor era que me quedaba con lo literal.
Sumemos a eso que mi memoria (y supongo que esto no es algo que me ocurra solo a mí) no funcionaba bien con los temas que me interesaban poco, como los que abordábamos en la clase de Historia o las temáticas de los libros del plan de comprensión lectora. Creo que he aprendido más sobre la historia de Chile y he disfrutado más de la lectura durante mis años postcolegio que durante el transcurso de los 12 juegos, pero no por culpa de mis profesores, sino por mi propia falta de motivación intrínseca hacia esos temas.
Lo que hoy me motiva a escribir este post es lo primero: mis problemas con la lectura comprensiva (ya traté en otro post el tema de la motivación). Leer comprensivamente es un proceso multidimensional. Intentaré abordar a continuación algunos de los aspectos, sobre los que he prestado atención, que mayor impacto han tenido sobre mi propio proceso para que decidas si es que los puedes adoptar como propios.
La velocidad de lectura ideal
Cuando nos referimos a alguien como bien leído generalmente hacemos alusión a la cantidad (cuánto lee) por sobre la calidad (qué tan bien lee). Sin embargo, una persona que lee mucho pero no bien debe ser compadecida en vez de alabada.
El error a enfrentarse a la pregunta "¿Es mejor leer rápido o lento?" está en pensar que la velocidad de lectura debiese ser fija. Para leer de forma comprensiva se necesita una velocidad flexible, es decir, hay que saber leer rápido y lento y, más aún, ser capaz de identificar qué pasajes debemos leer a una y otra velocidad.
En palabras de Mortimer J. Adler, autor del clásico Cómo leer un libro, el ideal no es leer más rápido porque sí, sino ser capaz de leer a diferentes velocidades. Niklas Luhmann, sociólogo y creador del método Zettelkasten, añade que cada uno de los tipos de textos que la sociedad produce requiere una manera de leer distinta.
La lectura inspeccional y analítica
En el clásico Cómo leer un libro mencionado en el párrafo anterior, Adler señala cuatro niveles de lectura que un buen lector debería dominar: elemental, inspeccional, analítica y sintópica.
En la práctica, creo que dos de esos niveles requieren especial atención de parte del lector que, habiendo reconocido humildemente que no lee suficientemente bien, pretende mejorar su lectura. Me refiero a la lectura inspeccional y la lectura analítica.
La lectura inspeccional
Podríamos referir la lectura inspeccional como un tipo de lectura superficial, en que no profundizamos demasiado y en que se hace hincapié en aquellos pasajes que, por su estructura y apariencia, tienen la naturaleza de síntesis o resumen. Estos pasajes generalmente se ubican hacia el final de cada capítulo.
Otras acciones que se pueden seguir durante una lectura de este nivel son mirar el título y hojear el prefacio, estudiar la tabla de contenidos para obtener un sentido general de la estructura del texto, revisar el índice temático (incluido normalmente al final del libro), leer la sinopsis incluida por el editor en la contratapa y hojear los capítulos que parecen centrales para el argumento (este último requiere tener claridad del argumento primero).
La lectura analítica
El nivel de lectura analítica, por otro lado, invita al lector a sumergirse en el argumento y apropiarse del mensaje del autor. Adler habla de llegar a términos con el autor, es decir, ser capaz de distinguir con qué sentido usa el escritor del texto determinados conceptos. Una palabra no es lo mismo que un término, pues una palabra puede ser vehículo de muchos términos y un término puede ser expresado mediante muchas palabras.
Es justamente por esta razón, que resulta conveniente saber leer en más de un idioma. Las traducciones de libros se realizan tratando de usar la palabra más adecuada en el idioma final para lo que el autor intentaba comunicar en la lengua de origen, pero este propósito rara vez se logra con éxito. Leer un libro en su idioma de origen te puede ayudar a adquirir el verdadero sentido el mensaje que el autor intenta transmitir.
La lectura analítica requiere que el lector adopte un rol activo en que no solo esté atento a las palabras, sino también a las frases y los párrafos. La meta es la interpretación o la comprensión del mensaje que intenta comunicar el autor. En otras palabras, la lectura analítica corresponde a la mejor lectura que puedes hacer de un texto.
¿Entiendes lo que lees?
Una buena manera de determinar si has comprendido el significado de un párrafo o una oración es intentando explicarlo con tus propias palabras. Si no puedes hacerlo es porque solo las palabras han pasado del autor a ti, pero no el sentido de estas. Este fenómeno es similar al que ocurre en el aprendizaje de la matemática cuando un estudiante no logra percibir que 2 + 2 = 4 es una igualdad equivalente a 4 − 2 = 2.
Según Ahrens, autor del libro How to Take Smart Notes, la mejor manera de saber cuánto entendemos es leer con un lápiz en mano. Creemos entenderlo todo hasta que intentamos ponerlo por escrito usando nuestras propias palabras. Así es que la próxima vez que leas un libro o un contenido de internet, házlo pensando en los apuntes que vas a tomar.
Por qué ahora me considero un mejor lector
Pese a que el año pasado batí todos mis récords anteriores al leer 67 libros, cuando terminó el 2020 no me sentía conforme. La razón era que había leído mucho, pero había entendido y aprendido poco. Con suerte podía delinear algunas ideas generales de cada texto y con un poco más de dificultad establecer algunas conexiones entre dos o tres libros que hablaban de un mismo tema. Varias veces me quedé con la sensación de saber que había leído una idea antes en otra parte, pero sin lograr recordar dónde.
Este año decidí que debía encontrar una manera sistemática de tomar apuntes sobre lo que leía de tal modo que cada idea que despertaba mi atención y mis ansias por saber más sobre un tema en específico no muriera tan pronto como cerraba el libro. Luego de varios días navegando por internet (principalmente Youtube) encontré un concepto que me pareció que podía resolver mi problema: el Personal Knowledge Base (Base de Conocimiento Personal).
Un PKB es un sistema donde uno guarda conceptos, ideas y pensamientos con dos intenciones centrales: no olvidarlos y poder establecer conexiones entre ellos. Uno de los PKB que más da que hablar hoy por hoy en la internet es el Zettelkasten, un método ideado por el sociólogo Niklas Luhmann precisamente con esta finalidad. Alguna vez leí por ahí (y ahora puedo saber dónde) que el cerebro es para tener ideas no para almacenarlas, y creo que no podría estar más de acuerdo.
El PKB que he construido en función de mis lecturas y el contenido multimedia consumido a lo largo de este segundo año de encierro tiene hoy 800 notas atómicas, algunas de las cuales han dado origen a 3 de mis últimos 4 posts (Una breve reflexión sobre la motivación escolar, Error y aprendizaje: sin lo primero, no hay lo segundo y La calificación debe correlacionarse con el esfuerzo) además de este.
En síntesis, te habrás dado cuenta que mi principal descubrimiento en este largo camino fue que leer no solo se trata del proceso mismo de la lectura, sino de entender lo que se lee, aprender algo nuevo cada día, establecer relaciones entre las ideas de distintas fuentes y hacer algo con ello, en mi caso, publicar en este blog.