La mentira del valor-hora en educación
Después de cuatro años como profesor en ejercicio, decidí hacer un análisis respecto a cómo se traduce el valor-hora en el sueldo líquido que un docente recibe a fin de mes.
Este tema ha sido materia de discusión en reiteradas reuniones con mis colegas y amigos profesores. Ya lo era, de hecho, en mis últimos años de pregrado cuando, ingenuamente, proyectábamos cuál sería nuestro sueldo una vez obtenido el título. Ningún profesor en ejercicio nos pudo explicar nunca con certeza cómo se distribuía el sueldo de un docente, sino que solo escuchábamos quejas sobre lo bajo del monto líquido en comparación al trabajo ejercido.
Esta vez, después de cuatro años como profesor, decidí hacer un análisis al respecto, con el fin de iluminar a quienes se encuentren estudiando alguna carrera de pedagogía y sobre todo a quienes estén ad portas de ingresar al mundo laboral.
Aclaración: Estos cálculos solo aplican para los docentes que todavía no han ingresado al sistema de Carrera Docente. Además, se considera el sueldo base sin asignaciones ni bonos que puedan aplicar según el caso particular de cada profesor.
Partamos poniendo sobre la mesa un dato clave: el valor-hora de un profesor de enseñanza básica es de $14.403 (bruto) y de un profesor de enseñanza media es de $15.155 (bruto). Hay que considerar que al tratarse de un valor bruto, no corresponde al monto que se recibe a fin de mes. Eso está dado, en cambio, por el valor líquido de remuneración. Los valores líquidos, considerando que los descuentos legales bordean el 20% del sueldo bruto, serían de $11.522 y $12.124. Con el solo hecho de aplicar esos descuentos, los montos, ya bajos, se reducen aún más. Pero, claro, es cierto que sin un sistema de previsión y un seguro de salud obligatorio, aunque precario, tampoco se puede vivir.
Consideremos también que un profesor puede tener un contrato con un máximo de 44 horas semanales. Si nos guiamos por el sentido común, un cálculo sencillo nos permite determinar que, en un mes de 4 semanas, un profesor con horario completo trabaja 176 horas al mes. Y ahí es donde está la trampa: no le pagan 176 valores-hora.
Hagamos el ejercicio: si a un profesor de enseñanza media con horario completo, le pagaran 176 valores-hora, recibiría un sueldo bruto de $2.667.280 ($2.133.284 líquido). La verdad es que los pocos profesores que realmente llegan a recibir un sueldo así de alto es porque ocupan el cargo de rector, director, sostenedor o porque trabajan en un colegio privado con matrícula y mensualidad altísimas. Como en aquellos establecimientos no se depende de la subvención del estado, los valores se pueden regular a partir de parámetros específicos, como la cantidad de estudios de posgrado o el grado de especialización que ostente el profesional.
Para efectos prácticos, el que se hace llamar valor-hora es en realidad un valor-hora-mes. Es decir, si un profesor de enseñanza media tiene un contrato por 44 horas semanales, recibirá 44 valores-hora, por un monto bruto de $666.820 (es decir, $533.456 líquidos). Ese es el monto que recibe un profesor que trabaja en un horario entre ocho de la mañana y seis y media de la tarde, de lunes y jueves, más media jornada el día viernes. La verdad es que, si bien $533.456 pesos equivale a alrededor de dos sueldos mínimos, es un monto muy bajo para un profesional que entrega su vida a la educación y formación de las futuras generaciones. Y este tema no tiene absolutamente nada que ver con la vocación. De hecho, son temas diametralmente opuestos. Independiente de la carrera que haya decidido estudiar, uno trabaja para vivir, al igual que todo aquel que confía su futuro en una carrera profesional.
En definitiva, el valor líquido de una hora de clases de un profesor de educación media, que se compone de 45 minutos dentro del aula y 15 minutos fuera de ella, es de $3.031 pesos. Tres mil pesos por ejecutar una clase que probablemente te tomó 2 o 3 horas planificar. Es decir, un profesor gana 3 mil pesos por 4 horas de trabajo. Quiero hacer hincapié en lo bajo que es este valor, sobre todo si tenemos en cuenta dos cosas: 1) que por una clase particular de 60 minutos, se suelen cobrar entre 15 y 25 mil pesos, y 2) que los sueldos promedio de un profesor en otros países del globo son mucho más altos.
Ahora que hemos dejado en claro eso, pasemos a desmenuzar el sueldo. De aquí en más utilizaré como referencia este sueldo líquido por $533.456 que es lo que recibe un profesor de enseñanza media con un contrato por 44 horas a la semana. En una sala de clases uno se puede encontrar, legalmente, con un máximo de 45 estudiantes. Por tanto, el estado ha hecho llegar al bolsillo del profesor un monto de $67 pesos por cada estudiante. Teniendo en cuenta que una clase de lenguaje, matemática, historia o ciencias tiene una duración de dos bloques de 1 hora pedagógica cada uno (90 minutos de reloj), el profesor ha recibido un monto de $134 pesos por cada estudiante. Es, en efecto, un monto ridículo. Lo peor de todo es que las autoridades tienen la desfachatez de preguntarse por qué un profesor se retira, en promedio, al tercer año de ejercicio docente, cuando el agobio laboral en este rubro es desmedidamente alto por las más diversas razones.
Parece irrisorio considerar que un profesor reciba un rédito de apenas 6 mil pesos por diseñar, planificar, ejecutar y evaluar una clase, enfrentándose a 45 realidades distintas y pretendiendo, aún así, que consiga llegar a todos sus estudiantes, generando en ellos aprendizajes significativos. Sin embargo, esa es la realidad que vivimos hoy en día los profesores. Sobre todo con medidas como la eliminación de la repitencia automática que propone la aplicación de medidas remediales con cada estudiante en situación de riesgo, lo que supone una demanda para la que el sistema educativo no está realmente preparado.
Ahora bien, que un docente tenga una remuneración mayor, ¿garantiza un mejor desempeño laboral? Seguramente no se puede establecer una relación de causalidad, pero supone un punto de partida para ofrecer mejores condiciones laborales a un gremio que desempeña una labor tan imprescindible en la sociedad y que siempre ha ocupado un lugar menor en la escala jerárquica social. Lo peor es que, si bien el ingreso al sistema de Carrera Docente pretendía un aumento en las remuneraciones de los profesores, no todos los profesores hemos podido ingresar todavía. Y no es porque no queramos, sino porque la ley no nos da la oportunidad (los sostenedores de colegios particulares subvencionados deben postular cada año y ver si es que son elegidos por el sistema). Es de esperar que futuras adecuaciones a la ley nos permitan tener el mismo derecho que los profesores del sistema municipal para ingresar a la brevedad y no tener que seguir esperando años y años por mejores remuneraciones.