La ilusión de la educación a distancia
Ni la educación por internet ni por un canal de televisión abierta pueden reemplazar totalmente el rol del docente en el aula. ¿Hasta qué grado las clases online suplen las clases presenciales?
Hemos escuchado toda clase de discursos de parte de las autoridades en relación a la suspensión de clases que ha traído consigo la cuarentena, como «Fue un error suspender las clases» o «Tendremos un plan de retorno seguro a clases». También ha quedado demostrada la incesante preocupación por la inminente pérdida del año escolar por encima de la necesidad de poner la prioridad el control de la pandemia antes de pensar siquiera en los resultados. Eso sí, también hay que reconocer que es fácil para la ex ministra Delpiano decir desde fuera de su cargo que se deberían eliminar las notas y el SIMCE de este año. Estoy casi seguro de que si en estos momentos ocupara la cartera su discurso no hubiese sido el mismo.
Pero, ¿cómo se puede enfrentar una problemática como la que supone el covid-19 para el sistema educativo? La respuesta del gobierno de turno y la de la mayoría de los países del globo fue la educación a distancia. Del supuesto que en ella encontraríamos la solución al problema inicial aparecieron una serie de inconvenientes que cualquier profesional de la educación podía vislumbrar antes de dar inicio al nuevo formato para las clases.
Pese a que las cifras del gobierno han mostrado una vez tras otra que la brecha digital se ha reducido, la verdad es que al día de hoy solo 50% de los hogares tiene una conexión fija a internet. Asimismo, pensar que la conexión a internet a través del teléfono móvil supone un reemplazo al uso de la red por medio de un computador es, cuando menos, una simplificación excesiva del problema.
De ser posible, claro que lo es. Con un par de toques en la pantalla se coloca el teléfono en modo hotspot o módem y con unos cuantos clics se conecta el computador a la red inalámbrica que emite el dispositivo. Resulta que hay un detalle: la mayoría de los usuarios de telefonía móvil en Chile tiene un plan restringido en cuanto al tráfico de datos (de hecho, en Chile no existen los planes de internet móvil realmente ilimitados). Unos cuantos videos de Youtube, una película en Netflix, una actualización de Windows bastarían para decirle adiós a la totalidad de los megas.
Al ver que no todos los usuarios tenían acceso a internet, a los genios del gobierno se les iluminó la ampolleta: ¡Usemos una señal de televisión abierta!
¿Qué opinión merece TV Educa Chile?
Lo pondré simple: TV Educa Chile es una basura. Mi pregunta es: ¿realmente la gente del gobierno cree que su iniciativa alcanza siquiera un mínimo nivel de calidad? Me resulta irrisorio que haya gente que piense que un programa de televisión puede venir a reemplazar la intricada labor que se realizaba a diario hasta el pasado 13 de marzo. Como contenido recreativo, probablemente tenga cierto nivel: los niños se la pasan bien viendo 31 minutos o Mazapán Animado. Pero, ¿reemplazar con esto la actividad educativa operacionalizada por los colegios? Nunca. Además, hay que tener en cuenta que se transmite contenido reciclado que no fue elaborado con la finalidad de suplir la incapacidad de realizar clases presenciales, análisis que resulta suficiente para establecer que su posible eficacia es discutible. (Cuidado: la crítica no es hacia los creadores del contenido ni el contenido propiamente tal. Es, más bien, a quienes piensan que puede cumplir un rol que no le es intrínseco.)
Es curioso el doble discurso que se ha presentado desde la autoridad: primero, nos dicen (a los profesores) por medio del programa de estudios de cada asignatura que nuestra responsabilidad es la de enseñar y lograr la adquisición por parte de los estudiantes de un centenar de contenidos súper específicos. Entonces, cuando se ven con el agua hasta el cuello, pretenden reemplazarnos usando material audiovisual con contenido súper genérico, que aborda temas que no siguen una secuencia de aprendizaje correlativa o que ni siquiera guardan una cierta relación entre sí y, lo que es peor aún, orientado a un rango etario sumamente acotado.
Como profesor de matemática, a esta altura del año estaría, probablemente, enseñando el teorema de Euclides a mis alumnas de enseñanza media. La verdad es que no veo cómo los Muppets podrían enseñarle ese contenido tan específico a mis estudiantes (que además son adolescentes) y sin generar el andamiaje previo (mínimo un repaso de álgebra y aritmética elemental) cuya importancia es incuestionable.
TV Educa Chile no cumple un real objetivo pedagógico. Sí puede mantener a los niños ocupados, sí puede entretener, sí puede ayudar a formar algunas competencias básicas (aprender que se puede usar un app para identificar una canción que suena en la radio), sí puede ayudar a formar hábitos (como el de lavarse los dientes tres veces al día), pero por ningún motivo puede reemplazar el rol que cumplimos los profesores en el aula (y no lo digo por miedo a que una inteligencia artificial nos reemplace, porque aún estamos lejos de eso). En palabras del Director del Centro de Investigación e Innovación en Educación y TIC (CIIET) de la Usach: «No existe un espacio donde el docente genere un ambiente de aprendizaje mediado por las TIC, donde los recursos digitales creados por el Ministerio de Educación y los programas de TV puedan articularse bajo un discurso pedagógico pertinente a cada realidad escolar«.
Recapitulando…
Uno podría pensar que como hoy en día un gran número de personas (padres, madres y o apoderados) cuenta con un plan de telefonía móvil que le proporciona acceso a internet, los hogares tendrían cierta facilidad para enfrentar la pandemia y poder recibir desde casa la formación de parte de los profesores. Sin embargo, ocurren dos fenómenos importantes y dispares: 1) la clase presencial parece seguir siendo preponderante en la eficacia del proceso de enseñanza y aprendizaje, ya sea por su valor propio o porque aún nada ha logrado equipararse a ella y 2) la transmisión de video en un formato decente para mirar consume una enorme cantidad de datos móviles a los que un plan de datos limitado no puede hacer frente sobre todo cuando se tiene dos o tres hijos en edad de colegio. En este respecto, ya vimos que la solución propuesta por los genios del ministerio de utilizar una señal de televisión abierta para cubrir la dificultad no funcionó y creo que no estamos en condiciones de sentarnos a reformular la idea. No hay tiempo para preparar material audiovisual (el uso de animación digital podría tomar meses) ni tampoco intención del gobierno de reformular la propuesta inicial.
«Quiero pedirle a todos los niños y jóvenes de Chile que durante este período de suspensión de clases presenciales, y utilizando las plataformas digitales disponibles pongan todo su compromiso y esfuerzo para seguir estudiando, seguir aprendiendo y seguir creciendo», fueron las palabras del presidente Piñera en cadena nacional cuando dio a conocer el proyecto de TV Educa Chile. La verdad es que no dudo de que un gran porcentaje de los estudiantes esté preocupado hoy por la interrupción que ha sufrido su proceso educativo. Sin embargo, si aun teniendo a los alumnos encerrados en una sala es difícil controlar lo que hacen, ser capaz de resolver todas sus dudas e inquietudes, controlar la disciplina y generar motivación por aprender; hacerlo a distancia supone un desafío todavía mayor. No basta con pedir compromiso y esfuerzo: se deben generar las condiciones para que estos factores surjan naturalmente.
La propuesta también suponía una serie de cápsulas con contenido tipo clases realizadas por el Ministerio de Educación, que se emitiría en una franja estable de lunes a viernes, con días temáticos y recorrido por los distintos rangos de edad. Pero, ¿cómo se da curso a una propuesta como esta de manera efectiva cuando se tiene por lo menos trece niveles educativos que atender al mismo tiempo? Consideremos además que si aun dentro de un aula las realidades de 45 alumnos son dispares, las de los habitantes todo un territorio nacional son infinitamente más inusuales.
Reflexión al cierre
¿Estábamos en condiciones de implementar clases a distancia? A mi juicio, no. Está claro que la pandemia nos tomó por sorpresa. Sin embargo, creo que podemos hacer algo mejor que descansar en la posibilidad de que un canal de televisión haga el trabajo. La educación virtual, en mi experiencia, no ha funcionado como debería. Hay ciertos aspectos técnicos y académico-administrativos que regular y que no se pueden dejar a la suerte de la olla. Está bien que cada establecimiento educativo tenga autonomía en las decisiones educativas que toma. Sin embargo, en medio de una catástrofe como la que ha supuesto el covid-19, no se puede jugar a tirar los dados y dejar que la suerte decida. A todos nos ha afectado de una u otra forma esta pandemia; sea que nos hayamos contagiado o no, siempre hay daño colateral que no diferencia profesión ni cargo.
A estas alturas debiese quedar claro que ni la educación por internet ni por un canal de televisión abierta pueden reemplazar totalmente el rol del docente en el aula, pero disponer de un recurso informático único y transversal (me refiero a alguna plataforma para entregar el material audiovisual o escrito a nuestros estudiantes) pudiese haber resuelto en parte las dificultades que se han presentado. Muchos colegios han dispuesto de las plataformas educativas desarrolladas por distintas OTEC y ATE del medio (que se han llenado los bolsillos a costa de las arcas de los establecimientos educacionales incluso más que otros años), pero la verdad es que son todas tan dispares que si de por sí es difícil conseguir resultados educativos homogéneos con la población estudiantil, así es todavía más difícil.
Espero que las autoridades dejen de una vez por todas de pensar en los resultados. Este año es imposible aplicar SIMCE y PSU. Las condiciones sencillamente no están y aunque retomemos las clases presenciales en junio o julio, es poco lo que podemos hacer en cinco o seis meses. Será primordial enfocarse en reestructurar el programa para poder adaptarlo a este breve período de tiempo que restará del año educativo para cuando regresemos (considerando que de por sí el segundo semestre es más corto que el primero) y enfocarse en la nivelación que tendremos que efectuar a comienzos del próximo.
Por último, quisiera dejar un enlace a un listado con canales de Youtube que seleccioné desde mi lista de suscripciones y que proveen contenido audiovisual de mucha calidad que les puede servir de una u otra manera. Para acceder al listado, solo pincha aquí.