La falibilidad e imprecisión de la memoria
La memoria humana es altamente falible e imprecisa. En nuestra incapacidad para analizar los recuerdos desde una perspectiva objetiva, creemos todas las historias que nuestra mente nos narra.
Nuestro cerebro no almacena la información de forma objetiva: reinventamos y reescribimos nuestra memoria cada vez que intentamos recuperar información. El cerebro hace parecer como que todo calza, incluso cuando no es así.
Es por eso que se dice que el proceso de recuperación de la información es falible: un proceso probabilístico por el cual se va reconstruyendo la información a medida que se recupera. A menudo las memorias resultan modificadas, mejoradas o manipuladas durante el proceso de recuperación. Peor que la manipulación misma es que estos recuerdos adulterados se sienten completamente auténticos.
Una consecuencia de este fenómeno es que a veces nuestra memoria nos juega una mala pasada inventándose eventos que nunca ocurrieron. Su capacidad para conectar episodios no relacionados puede generar narrativas lo suficientemente verosímiles como para que las creamos.
Al menos una parte de los episodios que recordamos con mucha confianza como verídicos son en realidad el resultado de la combinación o el reemplazo de fragmentos derivados de nuestras asunciones, objetivos o experiencias previas. Cuando recordamos el pasado somos inducidos inconscientemente a hacer que nuestros recuerdos calcen con nuestro conocimiento, nuestras expectativas y el contexto actual.
Nuestra memoria es poco fidedigna porque muchas de las cosas que recordamos están sesgadas o son imprecisas, fenómeno que no solo nos afecta en lo cognitivo, sino también en lo emocional. La manera en que recordamos una experiencia puede diferir enormemente de la manera en que nos hizo sentir realmente y y ni siquiera nos damos cuenta. Confiamos excesivamente en recuerdos que no son ciertos porque simplemente no sabemos que son falsos.
Algunos neurocientíficos creen que no olvidamos por una carencia del espacio de memoria suficiente. De hecho, creen que casi todas nuestras experiencias conscientes se encuentran registradas en algún lugar del cerebro. Lo difícil es encontrarlas y conseguir sacarlas de allí.
Recordamos el pasado porque nuestro cerebro es capaz de recrear la interacción neuronal producida durante una determinada experiencia. Sin embargo, la recreación es imperfecta porque la secuencia que dirige la manera en que las neuronas deben activarse se ha degradado y se ha vuelto más débil. La experiencia recreada es similar a la original, pero se encuentra atenuada en varios aspectos.
En este sentido, podríamos argumentar que resulta deseable que la memoria no sea perfecta y que las recreaciones no sean idénticas a las experiencias originales en términos bioquímicos y eléctricos. Si así ocurriese, nos sería imposible diferenciar un recuerdo de una experiencia en vivo porque desde un punto de vista sensorial nos resultarían indiferenciables.
Referencias bibliográficas
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