El mundo que conoces no es el mundo real
Este post explora el fascinante mundo de las percepciones sensoriales humanas y pone en cuestionamiento la condición de realidad de la realidad.
Tal como dice el título, la premisa de esta columna es simple: el mundo que conocemos no es el mundo real. Quédate y averigua por qué.
Tengo que decirte la verdad: el mundo que conoces es una simulación. Pero no es una simulación que tenga lugar en los transistores de un computador como aduce el argumento de la simulación.
La simulación que tú, yo y todos experimentamos ocurre en nuestro propio cerebro (Hawkins, 2021). En otras palabras, lo que concebimos como la realidad no es más que un modelo electroquímico de esta.
Las neuronas al interior de nuestro cráneo viven en la más absoluta oscuridad sensorial ya que no perciben directamente los estímulos del exterior. No tienen cómo. El cráneo forma una gruesa pared que impide que ingrese la luz y una porción importante del sonido. Ni qué decir de los olores.
Toda la información que tu cerebro recibe ingresa a través de las fibras nerviosas sensoriales repartidas por todo tu cuerpo, como las que se encuentran al fondo de tus globos oculares recubriendo la retina.
Antes de que dichas señales puedan convertirse en pensamientos y experiencias, deben ser transportadas y procesadas (Rutherford & Fry, 2022) por una maquinaria sumamente compleja.
Incluso los modelos más básicos de luz, sonido y tacto son creaciones de nuestro cerebro, pues solo existen allí (Hawkins, 2021), en el modelo que nuestra mente genera a partir de esa parte del mundo que tiene oportunidad de conocer.
Por ejemplo: nuestros ojos toman información del universo en forma de fotones y la traducen en señales que son interpretadas en la oscuridad al interior de nuestro cráneo para construir así una vista colorida de la realidad (Rutherford & Fry, 2022).
La hipótesis del cerebro en una cubeta es un experimento filosófico diseñado para poner a prueba el alcance de la percepción humana de la realidad.
Esta hipótesis postula que si se colocara un cerebro en una fuente llena de un fluido rico en nutrientes y conectada a una computadora capaz de generar todos los estímulos que normalmente adquirimos por las vías sensoriales, la entidad consciente de ese cerebro sería incapaz de distinguir el resultado de la verdadera realidad.
Y es que nuestros sentidos son la única manera que tenemos de interactuar con el mundo que nos rodea. La visión, el olfato, el tacto y los demás sentidos, se conjugan a la perfección y nos pintan todo un mundo alrededor nuestro... ¡Un mundo que podría no existir!
El constructo que hemos definido como inteligencia requiere que seamos capaces de generar modelos del mundo, para lo cual es necesario sentirlo. Nuestros órganos sensoriales, ávidos de información, aprovechan el movimiento para conseguir este objetivo (Hawkins, 2021).
Retomemos el ejemplo de la visión: mientras exploran el mundo que nos rodea, nuestros ojos están en permanente movimiento, aun cuando creamos tener la mirada fija en un lugar. Estos movimientos (principalmente las sacadas y las fijaciones) nos permiten extraer características de nuestro alrededor y evitan que los receptores de la retina se agoten de tanto ver la misma cosa (Lorca-Ponce et al., 2021).
Mientras tenemos los ojos abiertos, un mecanismo automático de nuestro cerebro computa una representación tridimensional de lo que se encuentra en nuestro campo de visión incluyendo la forma de los objetos, su posición y su identidad (Kahneman, 2011). Cuando dormimos, en cambio, la vista no es un sentido que esté disponible. ¿Será por eso que soñamos imágenes? (Tema para otra columna).
Los modelos mentales tienen una característica que los hace esencialmente distintos de la realidad: son limitados a propósito. Sería imposible captar y manejar los datos asociados a todas y cada una de las características de un solo objeto. Incluso más si se pretendiera aprehender su relación con el medio y los objetos que lo rodean.
Una representación mental se basa siempre en algunos de (pero nunca todos) los atributos del objeto representado (Francisco et al., 2021). Para la vasta mayoría de las situaciones, un modelo parcial es suficiente.
Un modelo plano de la Tierra, por ejemplo, es suficientemente bueno para moverse de un lugar a otro, siempre y cuando estén relativamente cerca. Dentro de una ciudad, es posible calcular la distancia entre dos lugares sin que sea necesario considerar la curvatura de la Tierra, pues su efecto es despreciable.
Otro ejemplo lo encontramos en la física de la gravedad. El modelo propuesto por Einstein es más preciso que el de Newton, sin embargo, este último sigue descrcibiendo de manera precisa las interacciones cotidianas (Hawkins, 2021).
Además, como nuestro sistema nervioso (y nuestro organismo en general) es aficionado a la eficiencia, los modelos mentales son complementarios.
El conocimiento que tenemos sobre un objeto se encuentra distribuido en modelos complementarios ninguno de los cuales es exhaustivo, hecho que promueve la flexibilidad y la posibilidad de reutilizarlos (Hawkins, 2021).
En conclusión, nuestra percepción de la realidad está íntimamente vinculada con nuestras experiencias sensoriales, pero tal como sugiere la hipótesis del cerebro en una cubeta, estas pueden ser engañosas.
Nuestros cerebros constantemente filtran e interpretan la información sensorial relacionándola con nuestro conocimiento previo, nuestras expectativas y nuestro trasfondo cultural. Todos estos aspectos juegan un rol importante en moldear nuestra percepción de la realidad.
Nunca podremos estar seguros de si nuestra percepción de la realidad representa con exactitud la realidad, pero aun así podemos apreciar su belleza y su complejidad.
Referencias bibliográficas
Francisco, J. M., Maher, C. A., Wilkinson, L. C., Alston, A. S., & Krupnik, V. (2021). Paradigm shifts in mathematical learning and teaching: The legacy of Robert B. Davis, Founding Editor: The Journal of Mathematical Behavior. The Journal of Mathematical Behavior, 63(100874), 100874. Link
Hawkins, J. (2021). A Thousand Brains: A New Theory of Intelligence.
Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. Penguin.
Lorca-Ponce, E., Madariaga, S., Zenteno, D., Devia, C., & Maldonado, P. (2021). ¿Es real nuestra realidad?: Cuando el cerebro mira antes que los ojos. Papers para todos, 61–72.
Rutherford, A., & Fry, H. (2022). The complete guide to absolutely everything (abridged): Adventures in math and science. WW Norton.