Efectos asociados a nuestro constante empeño por hacer multitarea
En este breve ensayo pretendo dilucidar algunos de los efectos que tiene asociada nuestra constante intención por hacer más de una cosa a la vez.
A nadie le cabe ninguna duda de que lo digital ha permeado cada dimensión de nuestra vida. Hace poco más de una década nos rehusábamos a pensar que podríamos ser tan dependientes de la tecnología. Cuando a fines de los años 90 Jeff Hawkins lo postuló de esa manera, no fueron pocos los que lo miraron con desconfianza. Hoy todos ellos le deben más que una disculpa.
La tecnología trajo consigo la posibilidad de extender nuestras limitadas funciones y habilidades humanas, permitiéndonos llegar mucho más allá de lo que nuestro diseño original nos permitía. En este breve ensayo pretendo dilucidar algunos de los efectos que tiene asociada nuestra constante intención por hacer más de una cosa a la vez.
¿Qué es la multitarea?
Se entiende por multitarea a la intención de colocar nuestra atención enfocada y consciente sobre más de una cosa a la vez. La multitarea como tal solo existe en el concepto—lo que ocurre en la práctica cada vez que intentamos concentrarnos en múltiples actividades a la vez es que entramos en un ciclo en que pasamos de una tarea a otra. Este ciclo tiene un importante costo asociado para el cual los autores han acuñado el concepto de residuo de atención y que consiste en que, al pasar de una tarea A a otra tarea B, seguimos inconscientemente enfocados por un período de tiempo en la tarea A.
Falta de consenso semántico
Los autores difieren en los aspectos semánticos del concepto de multitarea. Bailey (2018) señala que la posibilidad de hacer multitarea depende del tipo de actividad en cuestión, mientras que McKeown (2014) sostiene que es incorrecto afirmar que la multitarea no existe, cuando lo que realmente no existe es el multifoco. Según él, sí podemos hacer más de una cosa a la vez, solo que no podemos estar enfocados en más de una actividad al mismo tiempo. Lo único cierto es que la ciencia ha mostrado en varias oportunidades que cualquier intento por hacer multitarea tiene asociadas varias consecuencias negativas.
Efectos sobre el rendimiento y la productividad
Uno de los argumentos a favor de la práctica de la multitarea es el empeño tozudo por conseguir más tareas hechas en una cantidad de tiempo fija. Sin embargo, se ha verificado que la multitarea disminuye el rendimiento, la productividad y la eficiencia. Es un error pensar que hacer varias cosas a la vez nos hace ser más eficientes. La multitarea nos hace sentir más productivos pero, en la práctica, produce justo el efecto contrario. El deterioro cognitivo producido por la multitarea es incluso peor que el asociado al consumo de marihuana. Un estudio demostró que cuando cambiamos de una tarea a otra continuamente tardamos un 50% de tiempo extra en terminarla, fenómeno que es probable que se deba al residuo de atención antes enunciado.
Efectos bioquímicos
En términos neurológicos, usar el interruptor atencional—la estructura neurológica que nos permite pasar de una tarea a otra—con demasiada frecuencia nos hace sentir cansados y mareados. El gasto energético asociado también aumenta de forma considerable, sobre todo si nos encontramos trabajando bajo presión. Cuando trabajamos en una sola tarea a la vez, nuestro cerebro activa el modo ejecutivo central que es muchísimo más eficiente en términos energéticos pues hace que el cerebro requiera menos glucosa para funcionar.
La multitarea incrementa la producción de cortisol—conocida como la hormona del estrés—que nos hace sentir ansiosos y que, eventualmente, nos puede llevar a desarrollar comportamientos agresivos e impulsivos. Asimismo, la multitarea aumenta el nivel de adrenalina—hormona asociada a nuestro sistema biológico de lucha/huida— que puede sobreestimular nuestro cerebro y causar la sensación de niebla mental.
Efectos sobre el aprendizaje
Russ Poldrack encontró que aprender información mientras se realiza multitarea provoca que esta se registre en un lugar erróneo del cerebro: el cuerpo estriado, región del cerebro especializada en el almacenamiento de nuevos procedimientos y habilidades. Cuando, en cambio, no hay distracciones, la información se registra en el hipocampo—una suerte de índice cerebral—, lugar en que es organizada y clasificada de varias maneras antes de ser registrada en la memoria a largo plazo. De este modo, se hace más fácil volver a encontrarla en el futuro.
¿Por qué nos seguimos engañando?
La corteza prefrontal de nuestro cerebro padece del sesgo de novedad—nuestra atención puede ser fácilmente capturada por la novedad de los estímulos que percibimos desde el entorno. Cada vez que nos distraemos producto de la novedad se libera sobre nuestro sistema nervioso central una ráfaga de opioides endógenos. Estas sustancias condicionan nuestro actuar.
En vez de concentrarnos en cosechar las recompensas del trabajo sostenido y enfocado—que generalmente tienen una recompensa mayor asociada— nos conformamos con estos premios de poco valor y terminamos cayendo en un ciclo de adicción. Es decir, nos termina gustando pasar de una tarea a otra.
Palabras al cierre
Contrario a lo que podríamos pensar, nuestra versión más productiva tiene lugar cuando nos enfocamos en una sola cosa a la vez. Cuando dividimos nuestros esfuerzos cognitivos en tareas simultáneas, los progresos simplemente no serán significativos.
Referencias bibliográficas
Bailey, C. (2018). Hyperfocus: How to Manage Your Attention in a World of Distraction.
Hawkins, J. (2021). A Thousand Brains: A New Theory of Intelligence.
McKeown, G. (2014). Essentialism: The Disciplined Pursuit of Less.
Allen, D. (2015). Getting Things Done: The Art of Stress-Free Productivity. Penguin Books.
Ahrens, S. (2017). How to Take Smart Notes: One Simple Technique to Boost Writing, Learning and Thinking – for Students, Academics and Nonfiction Book Writers.
Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. Penguin.
Levitin, D.J. (2015). The Organized Mind: Thinking Straight in the Age of Information Overload. Dutton.